domingo, 6 de noviembre de 2011

Actividad página 164

a.-Identifica los personajes que aparecen en la ilustración.

R: Estos personajes representan al clero y a los campesinos. Se pueden identificar fácilmente gracias a sus atuendos y a los elementos religiosos.

b.- ¿Qué simbolizan los esqueletos?

R: los esqueletos simbolizan las muertes causadas por la peste negra y la hambruna que azotaron a Europa en los últimos siglos de la época medieval (siglos xiv y xv dC.)

c.-¿Cuál será el mensaje que quiere transmitir esta ilustración?

R: El mensaje que quiere transmitir este grabado es que la muerte le llega a todos los grupos sociales, tanto a los campesinos, como al clero o a la aristocracia, sin restricción.

Actividad página 159

1.-¿ Cuántas cruzadas se realizaron y qué rutas siguieron?

R: hubo 8 cruzadas entre el siglo xi y el siglo xiv

Primera Cruzada

Al Papa Gregorio VII se debe la idea de que los países cristianos se unieran para luchar contra el común enemigo religioso que era el Islam.

El Papa Urbano II (1088-1099) fue quien la puso en práctica. En 1095, la invitación a la lucha contra los turcos arribaría en embajadas francesas e inglesas a las cortes de las naciones europeas medievales más importantes: Francia, Inglaterra, Alemania y Hungría (Hungría no se unirá a las primeras cruzadas por guardar el luto de 3 años del recientemente fallecido rey San Ladislao I de Hungría (1046-1095), quien antes de morir habría aceptado participar en la campaña de Urbano II). El llamamiento formal de Urbano II se sucedió en el penúltimo día del Concilio de Clermont (Francia), jueves 27 de noviembre de 1095, proclamó, al grito de '"Dieu lo volti"'(¡Dios lo quiere!), la denominada primera cruzada (1096-1099).

[editar] El paso de los cruzados por el Reino de HungríaLa predicación de Urbano II puso en marcha en primer lugar a multitud de gente humilde, dirigida por el predicador Pedro de Amiens el Ermitaño y algunos caballeros franceses. Este grupo formó la llamada Cruzada popular, de los pobres o Cruzada de Pedro el Ermitaño. De forma desorganizada se dirigieron hacia Oriente, provocando matanzas de judíos a su paso. En marzo de 1096 los ejércitos del rey Colomán de Hungría (sobrino del recientemente fallecido rey San Ladislao I de Hungría) repelerían a los caballeros franceses de Valter Gauthier quienes entraron en territorio húngaro causando numerosos robos y matanzas en las cercanías de la ciudad de Zimony. Posteriormente entraría el ejército de Pedro de Amiens, el cual sería escoltado por las fuerzas húngaras de Colomán. Sin embargo, luego de que los cruzados de Amiens atacásen a los soldados escoltas y matásen a cerca de 4000 húngaros, los ejércitos del rey Colomán fijarían una posición hostil contra los cruzados que atravesaban el reino vía Bizancio.

A pesar del caos surgido, Colomán permitió la entrada a los ejércitos cruzados de Volkmar y Gottschalk, a quienes finalmente también tuvo que enfrentar y derrotar cerca de Nitra y Zimony, luego de que igual que los otros grupos causasen incalculables estragos y asesinatos. En el caso particular del sacerdote alemán Gottschalk, éste entró en suelo húngaro sin autorización del rey y estableció un campamento en las cercanías del asentamiento de Táplány, luego de masacrar a la población local, lo que generó la ira de Colomán, y causó la expulsión por medio de la fuerza de los soldados germánicos "invasores".

Luego de esto, los húngaros detendrían las fuerzas del Conde Emiko (quien ya había asesinado en suelo alemán a cerca de 4000 judíos) cerca de la ciudad de Moson. Colomán de inmediato prohibió la estadía en Hungría de Emiko y se vio forzado entonces a enfrentar el asedio del conde germánico a la ciudad de Moson, donde se hallaba el rey húngaro. Las fuerzas de Colomán defendieron valientemente la ciudad y rompiendo el sitio lograron dispersar las fuerzas cruzadas del conde germánico.

Al poco tiempo, el rey húngaro forzó a Godofredo de Bouillón a firmar un tratado en la Abadía de Pannonhalma, donde los cruzados se comprometían a pasar por el territorio húngaro con un buen comportamiento. Tras esto, las fuerzas continuarían fuera de territorios húngaro escoltadas por los ejércitos de Colomán y continuarían hacia Constantinopla. A su llegada a Bizancio, el Basileus se apresuró a enviarlos al otro lado del Bósforo. Despreocupadamente se internaron en territorio turco, donde fueron aniquilados con facilidad.

Segunda Cruzada

Gracias a la división de los Estados musulmanes, los Estados latinos (o francos, como eran conocidos por los árabes), consiguieron establecerse y sobrevivir. Los dos primeros reyes de Jerusalén, Balduino I y Balduino II fueron gobernantes capaces que extendieron el reino a toda la tierra entre el Mediterráneo y el Jordán, e incluso más allá. Rápidamente se integraron en el cambiante sistema de alianzas locales y así pudieron verse enfrentamientos entre la alianza de un Estado cristiano con uno musulmán contra la alianza de otro Estado cristiano con otro Estado musulmán.

Sin embargo, a medida que el espíritu de cruzada iba decayendo entre los francos, cada vez más cómodos en su nuevo estilo de vida orientalizante, entre los musulmanes iba creciendo el espíritu de jihad o Guerra Santa, principalmente entre la población, movilizada por los predicadores contra sus impíos gobernantes, capaces de tolerar la presencia cristiana en Jerusalén e incluso de aliarse con sus reyes. Este sentimiento fue explotado por una serie de caudillos que consiguieron unificar los distintos Estados musulmanes y lanzarse a la conquista de los reinos cristianos.

El primero de estos fue Zengi, gobernador de Mosul y de Alepo, que en 1144 conquistó Edesa, liquidando el primero de los Estados francos. Como respuesta a esta conquista, que puso de manifiesto la debilidad de los Estados cruzados, el Papa Eugenio III, a través de Bernardo, abad de Claraval (famoso predicador, autor asimismo de la regla de los templarios) predicó en diciembre de 1145 la Segunda Cruzada.

A diferencia de la primera, en esta participaron reyes de la cristiandad, encabezados por Luis VII de Francia (acompañado de su esposa, Leonor de Aquitania) y por el emperador germánico Conrado III. Los desacuerdos entre franceses y alemanes, así como con los bizantinos, fueron constantes en toda la expedición. Cuando ambos reyes llegaron a Tierra Santa (por separado) decidieron que Edesa era un objetivo poco importante y marcharon hacia Jerusalén. Desde allí, para desesperación del rey Balduino III, en lugar de enfrentarse a Nur al-Din (hijo y sucesor de Zengi), eligieron atacar Damasco, estado independiente y aliado del rey de Jerusalén. La expedición fue un fracaso, ya que tras sólo una semana de asedio infructuoso, los ejércitos cruzados se retiraron y volvieron a sus patrias. Con este ataque inútil consiguieron que Damasco cayera en manos de Nur al-Din, que progresivamente iba cercando los Estados francos. Más tarde, el ataque por parte de Balduino II a Egipto iba a provocar la intervención de Nur al-Din en la frontera sur del reino de Jerusalén, preparando el camino para el fin del reino y la convocatoria de la Tercera Cruzada.

Tercera Cruzada

Las intromisiones del Reino de Jerusalén en el decadente califato fatimí de Egipto llevaron al sultán Nur al-Din a mandar a su lugarteniente Saladino a hacerse cargo de la situación. No hizo falta mucho tiempo para que Saladino se convirtiera en el amo de Egipto, aunque hasta la muerte de Nur al-Din en 1174 respetó la soberanía de éste. Pero tras su muerte, Saladino se proclamó sultán de Egipto (a pesar de que había un heredero al trono de Nur al-Din, su hijo de sólo 12 años y quien a la postre resultó envenenado) y de Siria, dando comienzo la dinastía ayyubí. Saladino era un hombre sabio y logró la absoluta unión de las facciones musulmanas, así como el control político y militar desde Egipto hasta Siria.

Como Nur al-Din, Saladino era un musulmán devoto y decidido a expulsar a los cruzados de Tierra Santa. El Reino de Jerusalén, regido por el Rey Leproso, Balduino IV de Jerusalén, y rodeado ya por un sólo Estado, se vio obligado a firmar frágiles treguas seguidas por escaramuzas, tratando de retrasar el inevitable final.

Tras la muerte del rey Balduino IV de Jerusalén, el Estado se dividió en distintas facciones, pacifistas o belicosas, y pasó a convertirse en rey, debido al enlace matrimonial que mantenía con la hermana del fallecido patriarca, el general en jefe del ejército unido de Jerusalén: Guy de Lusignan. El mismo apoyaba una política agresiva y de no negociación con los sarracenos y abogaba por su sometimiento y derrota en combate, cosa a la que sus detractores se oponían habida cuenta de la inferioridad numérica que los cristianos tenían ante las tropas de Saladino. La radicalidad religiosa y el apoyo al brazo más radical de la orden de los Templarios en sus ataques a diversas localidades y estructuras sarracenas desembocarían en un enfrentamiento final entre Guy de Lusignan y el propio Saladino. De hecho, se hace culpable a Guy de lusignan de la derrota y pérdida de Jerusalén por su obsesión en enfrentarse al ejército de Saladino y su falta de visión para la protección de la ciudad y de sus habitantes.

Krak de los Caballeros. Esta fortaleza, considerada inexpugnable, controlaba el paso del interior de Siria a la costa y estuvo bajo el mando de los Caballeros Hospitalarios hasta 1271, cuando perdidos los territorios cristianos, se les permitió la salida de sus caballeros a Chipre.Reinaldo de Châtillon era un bandido con título de caballero que no se consideraba atado por las treguas firmadas. Saqueaba las caravanas e incluso armó expediciones de piratas para atacar a los barcos de peregrinos que iban a La Meca, ciudad muy importante para los musulmanes. El ataque definitivo fue contra una caravana en la que iba la hermana de Saladino, que juró matarlo con sus propias manos.

Declarada la guerra, el grueso del ejército cruzado, junto con los Templarios y los Hospitalarios, se enfrentó a las tropas de Saladino en los Cuernos de Hattin el 4 de julio de 1187. Los ejércitos cristianos fueron derrotados, dejando el reino indefenso y perdiendo uno de los fragmentos de la Vera Cruz. Saladino mató con sus propias manos a Reinaldo de Châtillon. Algunos de los caballeros Templarios y Hospitalarios capturados fueron también ejecutados. Saladino procedió a ocupar la mayor parte del reino, salvo las plazas costeras, abastecidas desde el mar, y en octubre del mismo año conquistó Jerusalén. Comparada con la toma de 1099, esta fue casi incruenta, aunque sus habitantes debieron pagar un considerable rescate y algunos fueron esclavizados. El reino de Jerusalén había desaparecido.

La toma de Jerusalén conmocionó a Europa y el papa Gregorio VIII convocó una nueva cruzada en 1189. En esta participaron reyes de los más importantes de la cristiandad: Ricardo Corazón de León (hijo de Enrique II y de Leonor de Aquitania), Felipe II Augusto de Francia y el emperador Federico I Barbarroja (sobrino de Conrado III). Éste último, al mando del grupo más poderoso, siguió la ruta terrestre, en la que sufrió algunas bajas. Cerca de Siria, sin embargo, el emperador murió ahogado mientras se bañaba en el río Salef (en la actual Turquía) y su ejército ya no continuó hacia Palestina. Barbaroja durante su estadía en el Reino de Hungría le había pedido al príncipe Géza, hermano del rey Béla III de Hungría que se uniése a las fuerzas cruzadas, así, un ejército de 2.000 soldados húngaros partió al lado de los germánicos. Si bien luego de los conflictos bélicos el rey húngaro habría llamado de regreso a sus fuerzas, su hermano menor, Géza, permaneció en Constantinopla y desposó a una noble bizantina, puesto que no tenía buenas relaciones con Béla III.

Los ejércitos inglés y francés llegaron por la ruta marítima. Su primer (y único) éxito fue la toma de Acre el 13 de julio de 1191, tras la cual Ricardo realizó una matanza de varios miles de prisioneros. Esta matanza militarmente le dio oxígeno para seguir hacia el sur a su meta final: Jerusalén, y además le valió el nombre por el que sería reconocido en la historia, Corazón de León.

Cuarta Cruzada

Tras la tregua firmada en la Tercera Cruzada y la muerte de Saladino en 1193, se sucedieron algunos años de relativa paz, en los que los Estados francos del litoral se convirtieron en poco más que colonias comerciales italianas. En 1199, el Papa Inocencio III decidió convocar una nueva cruzada para aliviar la situación de los Estados cruzados. Esta Cuarta Cruzada no debería incluir reyes e ir dirigida contra Egipto, considerado el punto más débil de los estados musulmanes.

Al no ser ya posible la ruta terrestre, los cruzados debían tomar la ruta marítima, por lo que se concentraron en Venecia. El dux Enrico Dandolo se coaligó con el jefe de la expedición Bonifacio de Montferrato y con un usurpador bizantino, Alejo IV Ángelo para cambiar el destino de la cruzada y dirigirla contra Constantinopla, al estar los tres interesados en la deposición del basileus del momento, Alejo III Ángelo.

Inicialmente, los cruzados fueron empleados para luchar contra los húngaros en Zara, por lo que fueron excomulgados por el Papa. Desde allí se dirigieron hacia Bizancio, donde consiguieron instalar a Alejo IV como basileus en 1203. Sin embargo, el nuevo basileus no pudo cumplir las promesas hechas a los cruzados, lo que originó toda clase de disturbios. Fue depuesto por los propios bizantinos, que coronaron a Alejo V Ducas. Esto provocó la intervención definitiva de los cruzados, que conquistaron la ciudad el 12 de abril de 1204. El saqueo de la ciudad fue terrible. Miles de cristianos (incluyendo mujeres y niños) fueron asesinados por los cruzados. Desvalijaron y destruyeron mansiones, palacios, iglesias y la propia basílica de Santa Sofía. Europa occidental recibió un aluvión de obras de arte y reliquias sin precedentes, producto de este saqueo.

Con ello llegaba a su fin el Imperio Bizantino, que se desmembró en una serie de Estados, algunos latinos y otros griegos. De éstos, el llamado Imperio de Nicea conseguiría restaurar una sombra del Imperio Bizantino en 1261.

Los cruzados establecieron el llamado Imperio Latino, organizado feudalmente y con una autoridad muy débil sobre la mayoría de los territorios que supuestamente controlaba (y nula sobre los Estados griegos de Nicea, Trebisonda y Epiro).

La Cuarta Cruzada asestó un doble golpe a los Estados francos de Palestina. Por un lado, les privó de refuerzos militares. Por otro, al crear un polo de atracción en Constantinopla para los caballeros latinos, produjo la emigración de muchos que estaban en Tierra Santa hacia el Imperio Latino, abandonando los Estados francos.

Quinta Cruzada

La V Cruzada fue proclamada por Inocencio III en 1213 y partió en 1218 bajo los auspicios de Honorio III, uniendóse al rey cruzado Andrés II de Hungría, quien llevó hacia oriente el ejército más grande en toda la Historia de las Cruzadas. Como la IV Cruzada, tenía como objetivo conquistar Egipto. Tras el éxito inicial de la conquista de Damieta en la desembocadura del Nilo, que aseguraba la supervivencia de los Estados francos, a los cruzados les pudo la ambición e intentaron atacar El Cairo, fracasando y debiendo abandonar incluso lo que habían conquistado, en 1221.

Sexta Cruzada

La organización de la VI Cruzada fue un tanto audaz. El papa había ordenado al emperador Federico II Hohenstaufen que fuera a las cruzadas como penitencia. El emperador había asentido, pero había ido demorando la partida, lo que le valió la excomunión. Finalmente, Federico II (que tenía pretensiones propias sobre el trono de Jerusalén) partió en 1228 sin el permiso papal. Sorprendentemente, el emperador consiguió recuperar Jerusalén mediante un acuerdo diplomático. Se autoproclamó rey de Jerusalén en 1229 y también obtuvo Belén y Nazaret.

Séptima Cruzada

En 1244 volvió a caer Jerusalén (esta vez de forma definitiva), lo que movió al devoto rey Luis IX de Francia (San Luis) a organizar una nueva cruzada, la Séptima. Como en la V, se dirigió contra Damieta, pero fue derrotado y hecho prisionero en Mansura (Egipto) con todo su ejército.

Octava Cruzada

Vuelto a Francia, el mismo rey emprendió la llamada VIII Cruzada (1269) contra Túnez, aunque en realidad era un peón en los intereses de su hermano Carlos de Anjou rey de Nápoles, que quería evitar la competencia de los mercaderes tunecinos. La peste acabó con el rey Luis y gran parte de su ejército en Túnez (1270).

Aunque algunos papas intentaron predicar nuevas cruzadas, ya no se organizaron más y, en 1291, los cruzados evacuaron sus últimas posesiones en Tiro, Sidón y Beirut tras la caída de San Juan de Acre. A fin de cuentas, el único triunfo relevante de la Cristiandad durante los dos siglos de más de ocho cruzadas fue la toma de Jerusalén por Godofredo de Bouillon en la primera cruzada en el año 1099, la cual, a pesar de las innumerables matanzas de sarracenos, judíos (hombres, mujeres y niños), logró sostener la Ciudad Santa por muchos años, y encontró los objetivos marcados inicialmente por los defensores de la idea de reconquistar la tierra llamada santa para los cristianos de Europa.

3.-R:

1.

o Consecuencias religiosas: Presentaron a los Papas como los jefes supremos del mundo cristiano. Asimismo, contuvieron el impulso conquistador del Islam.

o Consecuencias políticas: debilitaron al feudalismo y robustecieron el poder del rey.

o Consecuencias económicas: abrieron el comercio del Mediterráneo a los pueblos de Europa Occidental (Génova, Venecia y Pisa).

o Consecuencias sociales: el desarrollo del comercio originó el enriquecimiento de la burguesía o clase social que vivía en las ciudades. Además, nacen los apellidos.

o Consecuencias intelectuales: las cruzadas produjeron un renacimiento de la literatura, del arte y de las ciencias.

Actividad página 163

El siguiente texto muestra una reflexión sobre las condiciones que se consideraban favorables para el desarrollo de los estudios. Léelo con atención:

‘’En qué lugar debe ser establecido el estudio y cómo deben estar seguros los maestros y los estudiantes que ahí van a aprender.

De buen aire y de hermosos paseos debe ser la villa donde se establezcan los estudios, para que los maestros que enseñen los saberes y los estudiantes que los aprendan vivan sanos, y en él puedan descansar y recibir placer cuando se levanten cansados del estudio; y además debe ser abundante en pan y vino y buenas posadas en que puedan morar y pasar su tiempo sin gran costo. Y además decirnos que los ciudadanos de aquel lugar donde fuere hecho el estudio deben honrar mucho y cuidar a los maestros y a los estudiantes y a todas sus cosas’’.

a) Identifica las condiciones que el autor considera relevantes para el desarrollo óptimo de los estudios universitarios.

- El lugar donde estudien los alumnos deben ser agradables a la vista, limpios y lleno de atenciones sin un gran costo.

b) Comenta y reflexiona con tus compañeros y compañeras las condiciones de estudio que para ustedes son imprescindibles y compáralas con las de los estudiantes del siglo XII. ¿Han cambiado mucho de los tiempos?

- No han cambiado mucho, aún se trata de mantener esta línea para asegurar a los estudiantes y maestros un clima agradable.

Actividad página 153

Haciendo uso de tu capacidad de reflexionar y de fundamentar así como de relacionar el pasado con el presente, expresa tu opinión sobre:

a) ¿Cuál o cuales de los valores mencionados están todavía vigentes en nuestra sociedad?

b) ¿Te identificas con alguno de esos valores?

c) Compara el significado de ser caballero en la edad media y en la actualidad

A) Con respecto a la palabra de un caballero y de su juramento ya no queda nada porque hoy en día no se confía tanto en la palabra de las personas sino que valen más los escritos como contratos, acuerdos, tratados, etc. Esto como medio para tener alguna prueba en caso de que se generen conflictos legales.

B) Identificarse cien por ciento es complicado pero tener algo de ellos es más factible. Como ya antes dicho estamos en una sociedad en donde ya se ha dejado “la palabra de honor” de lado. Y por lo tanto hablar de lealtad fidelidad y honor es algo complicado.

C) Ser caballero en la edad media era como tener ese honor que muchos anhelaban era como llegar a ser alguien importante, caballero de batalla, tener habilidades para la guerra.

Ser caballero hoy en día es ser una persona con educación, amable, respetuosa, etc. También hay personas que creen que ser un caballero es llenar a una mujer de regalos, atenderla hasta en el más mínimo detalle pero esa es una visión desde el punto de vista sentimental y solo de un grupo minoritario.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

La Iglesia en la Edad Media


La Iglesia católica fue el más poderoso pilar de la sociedad en la época feudal. Tuvo influencias profundas en todos los órdenes de la vida del medioevo, y ningún sector de la sociedad se mantuvo ajeno a dichas influencias. Diversas circunstancias explican esta extraordinaria influencia eclesiástica durante esta etapa de la historia europea y las profundas huellas culturales y religiosas que dejaron en Europa y el mundo occidental.

La unidad y la universalidad de la fe cristiana caracterizaron la vida religiosa medieval. Ninguna religión disputó, en efecto, al catolicismo durante la Edad Media el gobierno de las almas en la Europa de Occidente. Y más aún, la Iglesia, apoyada en los poderes temporales, combatió en las cruzadas a los musulmanes en el Medio Oriente y en Europa, en el período posterior al siglo VII d. C.

Otra de las circunstancias que explican la influencia de la Iglesia es el predominio cultural del clero (sacerdotes, obispos y cardenales), casi la única clase letrada durante la Edad Media. Los campesinos, por lo agobiador de su trabajo, y los nobles, por su poca preocupación para la vida del espíritu, fueron, en su mayoría, analfabetos. En aquellos años ser laico (no miembro formal de la Iglesia) era estar al margen del saber letrado.

Las escuelas fueron, además, anexos de las catedrales y de los monasterios y en ellas oficiaban de maestros los sacerdotes y los monjes, que impartían gratuitamente los sencillos conocimientos de lectura, escritura, doctrina cristiana y canto. También, en las universidades, pese a no ser por su origen creación eclesiástica, la mayoría del profesorado estuvo representado por hombres de Iglesia. El monopolio cultural del clero y la eficacia de su actividad docente arraigaron, sólidamente, su autoridad y su prestigio.

Una tercera circunstancia corresponde a la íntima conexión entre la Iglesia y el poder civil. La Iglesia no solo tuvo a su alcance los medios de acción espirituales, sino también la fuerza material ejercida por el estado o el brazo secular, como entonces se decía.

Un cuarto elemento que marcó directamente la influencia de la Iglesia fue su organización, pues esta institución poseía una severa disciplina, una administración bien regulada y una jerarquía rigurosa, que le aseguraron un firme y eficaz gobierno.

lunes, 24 de octubre de 2011

Actividad de página 155



I.-Después de leer la descripción de la economia feudal y del trabajo agrícola desarrollar las suiguientes actividades destinadas a fortalecer y comprender y sentitezar información.


a) Prepara un dibujo, collage o esquema que represente un feudo con todos los elementos que aparecen descritos en el texto, incluyendo la distribución de tierras y las personas que en él habitan.

b) Hagan una lista con todos los elementos que incluyeron en su dibujo y asígnale un número


c) Preparen una definición corta para cada término

1. Reserva: El señor era el encargado de explotarlas y dueño de todos los productos que ellas podían producir. En estas tierras trabajaban los siervos de la gleba.


2. Iglesia: casi siempre estaba cerca del castillos y se econtraba rodeada de casas parroquiales.


3. Bosque: en este territorio los señores reservaban el derecho de la caza, pero los villanos podian aprovecharlos sacando leña.

4. Clérigos: es el nombre colectivo que engloba de forma general a los que han sido ordenados en el servicio religioso.


5. Nobles: era sinónimo de privilegios y de pertenecer a un orden social diferenciado y jerárquicamente superior, independientemente de las riquezas que se tuviera.


6. Animales de Labranza: animales, especialmente el buey, que se les coloca una collera rígida y el yugo sobre los cuernos. Algunos campesinos de la edad media eran muy pobres para tener animales de labranza. Picota: instrumento de labranza, utilizado para romper la tierra.


7. Picota: instrumento de labranza, utilizado para romper la tierra.

8. Mansus o Lotes: porciones de tierras dadas por el señor a los villanos que las explotaban en beneficio propio, a cambio de pagar un censo o renta y prestar servicios personales al señor. En censo era pagado en especies, aves, huevos, miel, tela, granos, etc.


9. Castillo: Casa señorial, en donde estaban los talleres m molino, hornos, establos, almacenes y otros.

10. Azadón: instrumento de labranza, utilizado para cavar en tierras duras o cortar raíces delgadas.


11. Campesinos: se dividían en siervos de gleba (no recibían salario y apenas alimentos para su subsistencia) y villanos (estaban obligados a prestar servicios personales al señor)


c) diseñen un crucigrama con todas las palabras definidas


miércoles, 12 de octubre de 2011

Contrato Feudal


El contrato feudal entre el señor y su vasallo se sellaba a través de la ceremonia del vasallaje. Los ritos que se realizaban debían cumplirse en forma exacta:

Homenaje y juramento: el vasallo se arrodillaba ante el señor, colocando sus manos entre las de él y expresaba el deseo de ser hombre suyo, jurando fidelidad. El beso entre ambos sellaba la fe jurada.

Investidura: Como acto de concesión de la propiedad, el señor entregaba al vasallo un elemento simbólico.

Así como el vasallo estaba obligado a prestar servicios militares, auxilio monetario y brindar consejo al señor; a su vez el señor estaba obligado a proteger a su vasallo y velar por el buen futuro de su familia en caso de que el vasallo muriese. El incumplimiento del contrato constituía la felonía (deslealtad, traición):

-El incumplimiento por parte del vasallo implicaba el despojo de su feudo.

-El incumplimiento por parte del señor traía como consecuencia la desnaturalización del vasallo que podía abandonar a su señor y procurarse otro mejor.


fuente: http://www.escolar.com/avanzado/historia026.htm

martes, 11 de octubre de 2011

Castillo Feudal


Un castillo feudal era una construcción defensiva, la cual servía a los señores feudales, para mantener el control de sus posesiones en caso de una amenaza. Un castillo es un edificio que cumple dos funciones: fortificación y residencia. La mayoría fueron construidos entre el año 1000 y el 1500, en la Edad Media. Era el hogar de un señor que tenía la obligación de proveer hombres que pelearan para el rey. El castillo era una "base de operaciones" y una fortaleza, donde también otras personas podían refugiarse en tiempos de guerra.

Estos castillos permitían el control de la población, la agricultura, el comercio entre otras, lo cual era muy importante ya que si no se mantenía un poder absoluto podrían decaer política y comercialmente.





Carlomagno

Carlomagno, rey de los francos fue el fundador del Imperio Carolingio que más tarde se convirtió en el Sacro Imperio Romano Germánico.

Carlomagno. Fundador del Imperio Carolingio

Carlomagno fue hijo bastardo de Pepino el breve y nieto de Carlos Martel. Nació en el año 742 y murió en el año 814, a los 72 años de edad lo que era una extraordinaria longevidad para la época.

Antecedentes: el contexto histórico anterior a la época de Carlomagno

Carlomagno está asociado históricamente al resurgir -tras los primeros siglos oscuros europeos posteriores a la caída del Imperio Romano de Occidente- de una organización política y religiosa capaz de alcanzar el llamado "Renacimiento Carolingio"

Pero ya antes de Carlomagno empezó a haber un caldo de cultivo propicio para este fenómeno.

Ya en la primera mitad del siglo VIII, el Reino Franco se encontraba en el proyecto de una reconstrucción cultural, religiosa y militar.

Este movimiento tiene dos influencias distintas. Por un lado era consecuencia de la entrada de libros procedentes de las islas británica. Por otro, desde Roma se emprende la vital tarea de transmitir las enseñanzas clásicas y de mejorar los textos de los libros esenciales para toda comunidad cristiana.

Es por ello que las formas litúrgicas seguidas en el reino los franco se veían cada vez más influidas por las prácticas recomendadas por el papado romano.

Biografía de Carlomagno

Carlos (luego llamado Carlomagno), hijo de Pipino el Breve, heredó tras la muerte de su padre en 768 un amplio territorio. La otra parte correspondió a su hermano Carlomán.

Sin embargo, la pronta muerte de Carlomán en el año 771 hizo posible la reunificación pacífica del reino bajo la soberanía de Carlos.

Carlomagno acude en defensa del Papa Adriano I frente a los lombardos

Los primeros años de su gobierno estuvieron dedicados a la guerra, acometiendo expediciones conquistadoras sobre lombardos a petición del Papa de Roma Adriano I, que se veía amenazado por éstos.

También penetró en la Península Ibérica, siendo vencido en la famosa batalla de Roncesvalles por los vascones, que luego generaría el famoso cantar de gesta sobre Roland (o Roldán)

Posiblemente sus guerras más encarnizadas las mantuvo con los sajones de la Península Danesa, pueblo guerrero de gran espíritu de independencia y no cristianizado, que ofrecieron heroica resistencia.

Carlomagno logra la pacificación de los sajones y su compromiso a cristianizarse

Tras numerosas campañas, en el año 785 los sajones decidieron someterse a Carlomagno, aceptando el bautismo.

La administración y el gobierno

Cuando Carlomagno y su corte no se encontraban en campaña permanecían un cierto tiempo en distintos lugares sin residencia fija, hasta que a finales de siglo VIII se erigió el gran palacio deAquisgrán. Durante la última parte del reinado, la corte franca residió normalmente en Aquisgrán.

Como todo gobernante medieval que debía administrar grandes territorios, el principal reto de Carlomagno fue establecer un sistema de control de sus dispersas tierras mediante la delegación en una serie de nobles (condes y prelados).

Para mantener un permanente control de estos prelados, se les exigía presentarse a la corte periódicamente. Por otro lado, empleó con creciente frecuencia las llamadas capitulares o instrucciones escritas que abarcaban leyes, normas tanto del ámbito religioso como político.

Carlomagno y el Renacimiento Carolingio

Carlomagno fue consciente de la incultura de su corte y reinante en casi toda la sociedad del momento por lo que quiso recuperar la cultura para poder administrar mejor sus amplios dominios.

El rey ya había atraído, antes del año 780, a varios sabios italianos a su corte.

El año 782 se les unió el inglés Alcuino, cuya estancia en York le había inculcado un excelente conocimiento de la liturgia, de la patrística y de algunos autores paganos, como Virgilio. Alcuino ejerció de maestro de Carlomagno inculcándole amor por la el mundo de las ideas y las artes e influyendo en su manera de hacer política.

Estos últimos años de la vida de Carlomagno coinciden con el auge de las artes que él impulsa. Se escriben e iluminan códices, se realizan bellas obras de eboraria y orfebrería, se construyen escuelas y bibliotecas y se acometen ambiciosas obras de arquitectura. Todo ello con el denominador común de un acusado semiclasicismo que añora la grandeza del viejo Imperio Romano.

Entre sus principales impulsos culturales hay que citar la creación de la Escuela Palatina de Aquisgrán.

Estamos ante lo que se ha venido en llamar un auténtico renacimiento, el "Renacimiento Carolingio".

Carlomagno, emperador

Las posesiones territoriales del Imperio carolingio alcanzaron una enorme extensión. Muchos de sus cortesanos comenzaron a lanzar la idea de que la preponderancia de carlomagno sobre otros monarcas contemporáneos exigía un título comparable al emperador de Constantinopla, que además se había desviado de la ortodoxia cristiana.

No será hasta la llamada en su defensa del papa León III, atacado por los romanos, cuando los acontecimientos se precipitan. El rey franco atraviesa los Alpes para defender al sucesor de Pedro en la ciudad eterna, hecho que provoca la coronación como emperador en las Navidades del año 800.

Tras su muerte

Carlomagno y su hijo Luis el Piadoso

Pero el intento de reverdecer el viejo Imperio Romano de Occidente no duró mucho pues sus descendientes no tenían el carácter y genio de Carlomagno con lo que el imperio paso graves crisis hasta su fragmentación y recuperación por parte de Otón I El Grande.


sábado, 24 de septiembre de 2011

La Crisis y Decadencia


El feudalismo alcanzó el punto culminante de su desarrollo en el siglo XIII; a partir de entonces inició su decadencia. El subenfeudamiento llegó a tal punto que los señores tuvieron problemas para obtener las prestaciones que debían recibir. Los vasallos prefirieron realizar pagos en metálico (scutagium, ‘tasas por escudo’) a cambio de la ayuda militar debida a sus señores; a su vez éstos tendieron a preferir el dinero, que les permitía contratar tropas profesionales que en muchas ocasiones estaban mejor entrenadas y eran más disciplinadas que los vasallos. Además, el resurgimiento de las tácticas de infantería y la introducción de nuevas armas, como el arco y la pica, hicieron que la caballería no fuera ya un factor decisivo para la guerra. La decadencia del feudalismo se aceleró en los siglos XIV y XV. Durante la guerra de los Cien Años, las caballerías francesa e inglesa combatieron duramente, pero las batallas se ganaron en gran medida por los soldados profesionales y en especial por los arqueros de a pie. Los soldados profesionales combatieron en unidades cuyos jefes habían prestado juramento de homenaje y fidelidad a un príncipe, pero con contratos no hereditarios y que normalmente tenían una duración de meses o años. Este ‘feudalismo bastardo’ estaba a un paso del sistema de mercenarios, que ya había triunfado en la Italia de los condotieros renacentistas.

Las monarquías europeas empezaron a imponer su autoridad sobre los señores feudales, para lo cual se aliaron con la creciente clase burguesa, compuesta por artesanos y comerciantes de los centros urbanos.

Fue así como, entre los siglos XII y XIII, se produjeron muchos conflictos entre los señores y sus vasallos, por los servicios que estos últimos debían prestar.

Lentamente se produjo el asentamiento de las grandes monarquías, especialmente en Francia, lo que sumado a las epidemias, como la terrible peste negra llegada desde Asia, provocaron una depresión en el mundo europeo (siglo XIV), cuyas consecuencias se vieron multiplicadas por hambrunas generalizadas, descenso demográfico, guerras, revueltas campesinas e insurrecciones urbanas.

Esta crisis afectó profundamente la vida de las naciones europeas y fue el motor que desencadenó los grandes cambios del siglo XV que permitieron un nuevo equilibrio económico y social.

La Peste Negra



La gran pandemia que afectó a Europa por más de un siglo, provocó, desde su
llegada en 1348, un gran impacto entre la población. Desde el siglo VIII no se tenían
noticias de esta enfermedad, que en tiempos de Justiniano había brotado en los
Balcanes. Además, en su propagación por todo el continente influirán las importantes
redes comerciales que se habían tejido entre Europa y Oriente. La Peste llega a Europa
de la mano de los exóticos productos que traen desde Asia los mercaderes. Y según
algunos autores, la virulencia y mortandad alcanzada, está muy relacionada con lo mal
alimentada que estaba la población, que recientemente había enfrentado crisis
económicas, períodos de malas cosechas y con ello, una grave hambruna.
En la Edad Media se usaba la palabra peste y plaga para referirse a cualquier
calamidad, sobre todo aquellas epidemias que producían gran mortandad, como la gripe
o la viruela. Jaume Aurell recuerda lo poco documentadas que están las enfermedades
en las crónicas medievales. Sin embargo, esta situación cambia cuando se trata de
epidemias graves. La ‘Peste Negra’, que asoló Europa entre 1347 y 1400, fue la más
mortífera de todas.
Actualmente, se sabe que la enfermedad es una zoonosis, es decir, una
enfermedad transmitida por los animales, producida por el ‘Yersinia Pestis’, un bacilo
descubierto en 1894, al ser aislado en Hong Kong. Este bacilo era transmitido por las
pulgas y otros parásitos de las ratas grises y negras, que al convivir con la gente, le
contagiaban fácilmente. Además, el Yersinia Pestis no sólo afectaba a las ratas
domésticas. También a roedores salvajes, como marmotas y ardillas, y en sus húmedas
madrigueras se generaba un microclima propicio para la supervivencia de las pulgas
transmisoras. Además, sus pulgas son más resistentes que las de las ratas, sobreviviendo
a la muerte de sus huéspedes. Así, puede contagiar al hombre o a otros roedores.
La cacería, practicada por los pueblos nómades de las estepas, contribuyó a la
propagación del bacilo, ya que las pieles de estos roedores salvajes eran aprovechadas
como vestimenta. Con el establecimiento de la dominación mongola y su activa
participación en el comercio oriental con Europa, habrían contribuido a la difusión de la
Peste. Porque ésta viajó desde las estepas hasta el Mar Negro, alcanzando
Constantinopla, Asia Menor y África, y viajando por el Mediterráneo, llegó a Europa.

Aproximadamente 25 millones de muertes tuvieron lugar sólo en Europa junto a muchas otras en África y Asia. Algunas localidades fueron totalmente despobladas con los pocos supervivientes huyendo y expandiendo a enfermedad aún más lejos. El descenso demográfico fue en algunas zonas realmente terrorífico. En China y en la India por ejemplo, la peste produjo entre los enfermos que la contrajeron una mortandad que iba del 60 al 90%, los índices de la pulmonar fueron prácticamente del 100%, de ahí que los cronistas de la época nos hablen de que desapareció una cuarta parte, la mitad, o incluso nueve décimas partes de la población.

La gran pérdida de población trajo cambios económicos basados en el incremento de la movilidad social según la despoblación erosionaba las obligaciones de los campesinos (ya debilitadas) a permanecer en sus tierras tradicionales. La repentina escasez de mano de obra barata proporcionó un incentivo para la innovación que rompió el estancamiento de las épocas oscuras y, algunos argumentan, causó el Renacimiento, a pesar de que el Renacimiento ocurriera en algunas zonas (tales como Italia) antes que en otras. A causa de la despoblación, sin embargo, los europeos supervivientes llegaron a ser los mayores consumidores de carne para una civilización anterior a la agricultura industrial.

Sociedad y Economía


Cada estamento era independiente y fueron los siguientes:

-La nobleza: estaba formada por el rey, los señores feudales y sus vasallos. Su estado era hereditario. Los nobles constituían una pequeña parte de la población, pero poseían la mayoría de las tierras cultivables y tenían grandes privilegios (no pagaban impuestos).

-El clero: compuesto por el alto clero (hijos de nobles con cargos de cardenales u obispos) y el bajo clero (sacerdotes y religiosos de clase campesina). Este grupo no solo cumplía con sus funciones eclesiásticas, sino también con importantes roles sociales y culturales.

-Campesinos y siervos: conformado por la mayoría de la población de esa época. Los siervos eran los encargados de trabajar las tierras del feudo y no poseían ninguna propiedad ni derecho. Los campesinos, que eran personas libres, podían ser dueños de algunas tierras y realizaban numerosos servicios para el señor.

En cuanto al ámbito económico, el feudalismo llevó a la práctica una economía de subsistencia, basada en la agricultura y la ganadería. De tipo rural, esta economía tenía una mínima división del trabajo y escasos intercambios comerciales. Su centro era el feudo, que correspondía a grandes y autosuficientes propiedades de nobles o eclesiásticos.

Sin embargo, en el siglo XII, producto de las Cruzadas, aumentó el intercambio comercial entre Europa y Cercano Oriente, lo que se tradujo en la instalación de un nuevo tipo de relación económica muy distinta al feudalismo: era el eje entre el capitalista, el comerciante y el mercader.

El aumento del comercio también implicó un traslado desde las actividades realizadas dentro o al pie del castillo feudal, a las renacidas ciudades. Al mismo tiempo fueron apareciendo nuevos grupos económicos y sociales, como los gremios (asociaciones), que surgieron para reglamentar la labor productiva de los artesanos.

La sociedad en el feudalismo

La Edad Media fue una época donde la sociedad se caracterizó por la gran desigualdad de clases. Solamente había un grupo reducido de personas que eran libres; el resto se encontraba sometido y no podía abandonar la tierra donde había nacido, sistema que se conoció como servidumbre.

Las clases sociales eran tres: la nobleza, el clero y la población campesina.

El primer grupo o nobleza lo constituía el rey, el señor y sus vasallos. Estaba constituida en su mayoría por personas de origen franco o germánico.

El segundo grupo, o clero. Además de las funciones religiosas, tuvo un papel trascendental en la sociedad y la cultura, debido a que sus miembros recibían una instrucción superior que les capacitaba para dirigir la sociedad. Un aspecto interesante de la constitución clerical del medioevo es que, si bien a menudo se conformaba con nobles, no excluía que humildes campesinos pudieran también ordenarse sacerdotes.

El tercer grupo, o población campesina, era la base de la pirámide social. Sus integrantes —salvo unos pocos que habían permanecido libres— dependían de algún señor, ya fuera por nacimiento o por herencia. El campesino o siervo no era dueño de su persona, pues formaba parte de la gleba o tierra, y no podía abandonarla sin el consentimiento del señor. Tal vez su mayor ventaja era la de no poder ser arrancado de la hacienda, pues estaba unido a ella prácticamente como arrendatario perpetuo.


Desarrollo y Apogeo.



El feudalismo alcanzó su madurez en el siglo XI y tuvo su máximo apogeo en los siglos XII y XIII. Su cuna fue la región comprendida entre los ríos Rin y Loira, dominada por el ducado de Normandía. Al conquistar sus soberanos, a fines del siglo XI, el sur de Italia, Sicilia e Inglaterra y ocupar Tierra Santa en la primera Cruzada, establecieron en todas estas zonas las instituciones feudales. España también adoptó un cierto tipo de feudalismo en el siglo XII, al igual que el sur de Francia, el norte de Italia y los territorios alemanes. Incluso Europa central y oriental conoció el sistema feudal durante un cierto tiempo y en grado limitado, sobre todo cuando el Imperio Bizantino se feudalizó tras la cuarta Cruzada. Los llamados feudalismos del antiguo Egipto y de Persia, o de China y Japón, no guardan relación alguna con el feudalismo europeo, y sólo son superficialmente similares. Quizá fueran los samurais japoneses los que más se asemejaron a los caballeros medievales, en particular los shoguns de la familia Ashikaga; pero las relaciones entre señores y vasallos en Japón eran diferentes a las del feudalismo de Europa occidental.

Características

En su forma más clásica, el feudalismo occidental asumía que casi toda la tierra pertenecía al príncipe soberano —bien el rey, el duque, el marqués o el conde— que la recibía "de nadie sino de Dios". El príncipe cedía los feudos a sus barones, los cuales le rendían el obligado juramento de homenaje y fidelidad por el que prestaban su ayuda política y militar, según los términos de la cesión. Los nobles podían ceder parte de sus feudos a caballeros que le rindieran, a su vez, homenaje y fidelidad y les sirvieran de acuerdo a la extensión de las tierras concedidas. De este modo si un monarca otorgaba un feudo de doce señoríos a un noble y a cambio exigía el servicio de diez caballeros, el noble podía ceder a su vez diez de los señoríos recibidos a otros tantos caballeros, con lo que podía cumplir la prestación requerida por el rey. Un noble podía conservar la totalidad de sus feudos bajo su dominio personal y mantener a sus caballeros en su señorío, alimentados y armados, todo ello a costa de sufragar las prestaciones debidas a su señor a partir de su propio patrimonio y sin establecer relaciones feudales con inferiores, pero esto era raro que sucediera ya que los caballeros deseaban tener sus propios señoríos. Los caballeros podían adquirir dos o más feudos y eran proclives a ceder, a su vez, parte de esas posesiones en la medida necesaria para obtener el servicio al que estaban obligados con su superior. Mediante este subenfeudamiento se creó una pirámide feudal, con el monarca en la cúspide, unos señores intermedios por debajo y un grupo de caballeros feudales para servir a la convocatoria real.

Los problemas surgían cuando un caballero aceptaba feudos de más de un señor, para lo cual se creó la institución del homenaje feudatario, que permitía al caballero proclamar a uno de sus señores como su señor feudal, al que serviría personalmente, en tanto que enviaría a sus vasallos a servir a sus otros señores. Esto quedaba reflejado en la máxima francesa de que "el señor de mi señor no es mi señor" de ahí que no se considerara rebelde al subvasallo que combatía contra el señor de su señor. Sin embargo, en Inglaterra, Guillermo I el Conquistador y sus sucesores exigieron a los vasallos de sus vasallos que les prestaran juramento de fidelidad.

Obligaciones del vasallo

La prestación militar era fundamental en el feudalismo, pero estaba lejos de ser la única obligación del vasallo para con su señor. Cuando el señor era propietario de un castillo, podía exigir a sus vasallos que lo guarnecieran, en una prestación denominada ‘custodia del castillo’. El señor también esperaba de sus vasallos que le atendieran en su corte, con objeto de aconsejarle y de participar en juicios que afectaban a otros vasallos. Si el señor necesitaba dinero, podía esperar que sus vasallos le ofrecieran ayuda financiera. A lo largo de los siglos XII y XIII estallaron muchos conflictos entre los señores y sus vasallos por los servicios que estos últimos debían prestar. En Inglaterra, la Carta Magna definió las obligaciones de los vasallos del rey; por ejemplo, no era obligatorio procurar ayuda económica al monarca salvo en tres ocasiones: en el matrimonio de su hija mayor, en el nombramiento como caballero de su primogénito y para el pago del rescate del propio rey. En Francia fue frecuente un cuarto motivo para este tipo de ayuda extraordinaria: la financiación de una Cruzada organizada por el monarca. El hecho de actuar como consejeros condujo a los vasallos a exigir que se obtuviera su beneplácito en las decisiones del señor que les afectaran en cuestiones militares, alianzas matrimoniales, creación de impuestos o juicios legales.

Herencia y tutela

Otro aspecto del feudalismo que requirió una regulación fue la sucesión de los feudos. Cuando éstos se hicieron hereditarios, el señor estableció un impuesto de herencia llamado ‘socorro’. Su cuantía fue en ocasiones motivo de conflictos. La Carta Magna estableció el socorro en 100 libras por barón y 5 libras por caballero; en todo caso, la tasa varió según el feudo. Los señores se reservaron el derecho de asegurarse que el propietario del feudo fuese leal y cumplidor de sus obligaciones. Si un vasallo moría y dejaba a un heredero mayor de edad y buen caballero, el señor no tenía por qué objetar su sucesión. Sin embargo, si el hijo era menor de edad o si el heredero era mujer, el señor podía asumir el control del feudo hasta que el heredero alcanzara la mayoría de edad o la heredera se casara con un hombre que tuviera su aprobación. De este modo surgió el derecho señorial de tutela de los herederos menores de edad o de las herederas y el derecho de vigilar sobre el matrimonio de éstas, lo que en ciertos casos supuso que el señor se eligiera a sí mismo como marido. La viuda de un vasallo tenía derecho a una pensión de por vida sobre el feudo de su marido (por lo general un tercio de su valor) lo que también llevaba a provocar el interés del señor por que la viuda contrajera nuevas nupcias. En algunos feudos el señor tenía pleno derecho para controlar estas segundas nupcias. En el caso de muerte de un vasallo sin sucesores directos, la relación de los herederos con el señor variaban: los hermanos fueron normalmente aceptados como herederos, no así los primos. Si los herederos no eran aceptados por el señor, la propiedad del feudo revertía en éste, que así recuperaba el pleno control sobre el feudo; entonces podía quedárselo para su dominio directo o cederlo a cualquier caballero en un nuevo vasallaje.

Ruptura del contrato

Dado el carácter contractual de las relaciones feudales cualquier acción irregular cometida por las partes podía originar la ruptura del contrato. Cuando el vasallo no llevaba a cabo las prestaciones exigidas, el señor podía acusarle, en su corte, ante sus otros vasallos y si éstos encontraban culpable a su par, entonces el señor tenía la facultad de confiscar su feudo, que pasaba de nuevo a su control directo. Si el vasallo intentaba defender su tierra, el señor podía declararle la guerra para recuperar el control del feudo confiscado. El hecho de que los pares del vasallo le declararan culpable implicaba que moral y legalmente estaban obligados a cumplir su juramento y pocos vasallos podían mantener una guerra contra su señor y todos sus pares. En el caso contrario, si el vasallo consideraba que su señor no cumplía con sus obligaciones, podía desafiarle —esto es, romper formalmente su confianza— y declarar que no le consideraría por más tiempo como su señor, si bien podía seguir conservando el feudo como dominio propio o convertirse en vasallo de otro señor. Puesto que en ocasiones el señor consideraba el desafío como una rebelión, los vasallos desafiantes debían contar con fuertes apoyos o estar preparados para una guerra que podían perder.

Autoridad real

Los monarcas, durante toda la época feudal, tenían otras fuentes de autoridad además de su señorío feudal. El renacimiento del saber clásico supuso el resurgimiento del Derecho romano, con su tradición de poderosos gobernantes y de la administración territorial. La Iglesia consideraba que los gobernantes lo eran por la gracia de Dios y estaban revestidos de un derecho sagrado. El florecimiento del comercio y de la industria dio lugar al desarrollo de las ciudades y a la aparición de una incipiente burguesía, la cual exigió a los príncipes que mantuvieran la libertad y el orden necesarios para el desarrollo de la actividad comercial. Esa población urbana también demandó un papel en el gobierno de las ciudades para mantener su riqueza. En Italia se organizaron comunidades que arrebataron el control del país a la nobleza feudal que incluso fue forzada a residir en algunas de las urbes. Las ciudades situadas al norte de los Alpes enviaron representantes a los consejos reales y desarrollaron instituciones parlamentarias para conseguir voz en las cuestiones de gobierno, al igual que la nobleza feudal. Con los impuestos que obtuvieron de las ciudades, los príncipes pudieron contratar sirvientes civiles y soldados profesionales. De este modo pudieron imponer su voluntad sobre el feudo y hacerse más independientes del servicio de sus vasallos.